Hace un año, nos embarcamos en un año sabático, un viaje que cambiaría nuestras vidas para siempre. Como pareja y compañeros de por vida, nos propusimos un objetivo simple: explorar el mundo, un país a la vez. No sabíamos que esta aventura nos llevaría a visitar no sólo 100, sino 150 países antes de cumplir 50 años.
Los primeros meses de nuestro año sabático fueron particularmente memorables. Viajamos con nuestros hijos y sus parejas, disfrutando momentos preciosos juntos. La próxima boda de nuestro hijo en Chipre fue el motivo principal de esta reunión familiar. Después de celebrar su matrimonio, nos despedimos de nuestros hijos y continuamos nuestro viaje de forma independiente. Desde aviones hasta trenes e incluso cruceros, buscamos con entusiasmo los tesoros escondidos en los lugares mas remotos de nuestro hermoso planeta.

La odisea no planificada
Nuestro viaje no comenzó de forma espontánea. En 2018, después de alcanzar nuestro objetivo inicial de visitar 100 países, nos encontramos anhelando más. La emoción de nuevas culturas, paisajes y sabores alimentó nuestro deseo de seguir adelante. Entonces, sin un itinerario meticulosamente elaborado, partimos en este año sabático en mayo de 2023, agregando destinos a medida que avanzábamos. Cada lugar que exploramos dejó una marca indeleble en nuestras almas: un mosaico de recuerdos tejidos por los hilos de la aventura.

Gratitud y Bendiciones
Mientras estamos aquí, habiendo superado nuestros mas locos sueños, sentimos una inmensa gratitud. Apreciamos a los extraños que se hicieron amigos, las puestas de sol que pintaban el cielo con tonos inimaginables y las risas compartidas durante las comidas en los mercados. Nuestro viaje no consistió sólo en marcar países; se trataba de conectarnos con la humanidad, comprender nuestras historias compartidas y celebrar nuestras diferencias.
Agradecemos sinceramente a todos los que desempeñaron un papel para hacer realidad este sueño. Desde las almas amables que nos dieron instrucciones en un inglés deficiente hasta las familias que nos recibieron en sus hogares para aprender más sobre su cultura, nuestros corazones rebosan de agradecimiento. Nos sentimos bendecidos de haber sido testigos de la resiliencia de las personas a pesar de la adversidad, la belleza de los templos antiguos y el ritmo vibrante de la vida en las ciudades bulliciosas.

Siguiendo nuestros corazones y pasiones
Nuestro éxito no fue accidental. Surgió como resultado de nuestra decisión de seguir nuestros corazones y pasiones. Descubrimos que las experiencias más memorables a menudo ocurrían cuando nos desviamos del camino habitual, ya sea persiguiendo amaneceres sobre montañas brumosas o bailando con los lugareños en animados festivales. Nuestros instintos nos llevaron a cascadas escondidas, playas solitarias y cafés acogedores donde las conversaciones fluían libremente.
En Bután descubrimos la espiritualidad y la tranquilidad mientras ascendíamos al Tiger Nest. Este impresionante monasterio, encaramado sobre un acantilado y envuelto en niebla y banderas de oración, parecía una conexión entre lo terrenal y lo divino. Cada paso por el sendero era similar a una peregrinación: un viaje tanto hacia adentro como hacia arriba.
En los desiertos de Namibia nos maravillamos con las dunas de arena. Las arenas movedizas creaban paisajes cautivadores, sus colores cálidos contrastaban con el brillante cielo azul. Parados en lo alto de una duna, el viento rozaba nuestras caras, haciéndonos sentir pequeños en la inmensidad de la naturaleza, un humilde recordatorio de nuestro lugar en el gran espacio de la existencia.
Momentos de espiritualidad y naturaleza son un recordatorio de nuestra existencia que como humanos debemos aquilatar. Ya sea que estemos en lo alto de un acantilado, en un desierto o negociando en un mercado, siempre encontramos una conexión. Quizás esa sea la verdadera esencia de los viajes: no sólo los lugares que visitamos, sino también las historias que recopilamos a lo largo del camino.

Creer en nosotros mismos
Nuestro viaje nos enseñó algo más que geografía. Nos enseñó sobre nosotros mismos. Creemos en nuestras capacidades de adaptarnos, conectar y prosperar. Nuestros corazones permanecen abiertos, listos para la próxima aventura. A medida que nos acercamos a los 50, sabemos que la edad es sólo un número; La curiosidad y la búsqueda de nuevas aventuras son compañeros eternos. Hemos aprendido que el mundo es un regalo preciado que esta listo para ser explorado.
Celebremos nuevas aventuras en senderos desconocidos y momentos fortuitos. Abracemos la pasión por los viajes, la fuerza interior y el amor a la exploración. Mientras mantengamos la curiosidad y el corazón abierto, el viaje continúa.
Nota: Nuestros pasaportes están llenos de sellos, nuestros recuerdos grabados en píxeles y nuestras almas marcadas para siempre por los lugares que hemos llamado hogar, ¡aunque sea por un momento fugaz !


Maravilloso! De grande quiero ser como ustedes si es que existe la reencarnación porque de vieja me emociona leerlos.Quizá lo logre,quizá no pero voy en camino a ello. Sean felices!
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